viernes, septiembre 22, 2006

Desde el desierto

Dos piedras me alcanzan para dar vestigio de mi existencia, una donde hacer mis jeroglíficos y otra con que hacerlos, escribo lo que pienso, lo que vivo, hago un libro y se lo trato de vender a mi vecino, camino por la acera, toco su puerta, nadie contesta pero la puerta esta abierta, entro a la casa llego al living pero solo veo un cactus, para mi sorpresa el cactus estaba vestido, tenia una camisa blanca abotonada hasta el cuello, la camisa no tenia arruga alguna, en la etiqueta de la camisa me pareció distinguir a un cocodrilo, sobre la camisa reposaba una corbata de seda, muy fina por lo demás, era importada la había hecho un artesano, supe que era importada por que hace años no veo personas, todo estaba envuelto en un vestón negro. El estaba frente a una caja que emite imágenes y le daba órdenes, además de esto lo felicitaba por ser un gran cactus, el mejor de todo su entorno. Del bolsillo de su vestón colgaba un llavero con un caballo, eran las llaves del transporte del cactus, el su transporte iba de temprano a su trabajo de cactáceo en el cual por cierto era el mejor y de noche era su mayor confidente de que el era el cactus mas exitoso, miles de cactáceas desabordaban del lado del copiloto mostrando las mas hermosas flores para seducir a este gran cactus. Todas las personas lo reconocían como tal, los cactus más viejos le hablaban de el a sus hijos poniéndolo como modelo de cactus, y las cactáceas a sus hijas poniéndolo como modelo de esposo. En fin el era el mejor de lo cactus.
Tome mis piedras y las cargue en mi espalda, me fui de aquel desierto buscando a alguien con quien hablar y contarle mi historia…

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