Mala memoria, bruta bromista que nos haces caer en una vana angustia, pones un velo oscuro en nuestra historia a la vez que el ensordecedor chirrido de tus malévolos caprichos penetra en nuestros oídos y nos construimos orejeras y nos fabricamos antiparras y nos confeccionamos mitones y nos envolvemos en el laberíntico velo, sin salida hacia delante. Torpemente vamos detrás de la nariz buscando liberarnos d ti, nuestros ojos obscurecidos de comprensión no advierten que nos perdemos cada vez más.
Ya basta maldita hostigadora de castigar nuestro yo construido por ambos, deja de taparnos la vista, la conciencia y la paciencia, deja de hacerlo para que nuestro invento haga el resto.
Me revelo ante mi tormento. Me revelo a nuestro mal, a este puto resfrío que viene una y mil veces a envenenarnos. Propongo inventar nuestra penicilina, sí, seria buena herramienta, penicilina para la mala memoria, gotas para los ojos y oídos, compartir 3 días de cama en reposo pero no en letargo y, al estar ya mas estables demos media vuelta y avancemos de espaldas para contemplar nuestros recuerdos, en puntillas para poder mirar por sobre la neblina. Y si avanzando de espaldas tropezamos con algún otro virus nuestra buena memoria nos condenara a estar felices.
